
NUTRIESCORE
En las ultimas semanas se ha publicado mucho sobre este sistema de etiquetado basado en colores y letras.
Un etiquetado que ya se planteaba en 2018, pero que ha entrado en vigor, de forma voluntaria a criterio de cada empresa, en el primer cuatrimestre de 2021.
Sois varias las personas que me habéis consultado sobre su utilidad, su criterio, y las dudas que os ha sugerido revisarlo.
Es cierto que puede ser un buen punto de partida para que el consumidor tenga criterio, y no se confíe con la publicidad, pero tenemos que tener varios puntos claros.
¿Sabemos realmente lo que significa que un producto tenga una etiqueta u otra? ¿Qué se está evaluando para darle una puntuación u otra? ¿Tengo que fiarme de que un producto con buena calificación será saludable?
Como siempre os digo, mi respuesta clave es DEPENDE.
Nutriescore actúa como un semáforo nutricional: es un sistema de clasificación de 5 letras y colores, en el que la A de color verde oscuro es la mejor opción y la E roja la peor, pasando por la B, C y D.
Nutriescore evalúa y penaliza las grasas, azúcares y la sal. A priori esto es una ventaja, ya que de un primer vistazo podremos valorar la calidad del producto. El problema es que no identifica de qué fuentes provienen; y esto hace que nos encontramos un aceite de oliva virgen con una calificación pésima, mientras que un refresco con edulcorantes tendrá una valoración positiva.
¿Quiere decir que es mejor? Por supuesto que no. Lo que nos lleva a pensar que tienen que darle una vuelta a este tipo de etiquetado y valorar otras cuestiones.
¿Qué productos llevan Nutriescore y cuáles no?
Es un etiquetado que se utiliza en el frontal de los productos procesados excepto:
- Productos frescos, carnes, pescados, legumbres, frutas y verduras
- Productos que solo tienen un ingrediente en su composición, siempre que no estén procesados
- Alimentos directamente suministrados por el fabricante
- Bebidas alcohólicas
¿Para qué me sirve entones este etiquetado actualmente? Para valorar, y comparar dos o más productos del mismo grupo entre sí. Es decir, nos puede ayudar a comparar dos salsas de tomate, o dos cajas de cereales de desayuno. Pero no lo hará si comparamos un pan con un refresco, ya que sus ingredientes no tienen nada que ver entre sí.
Por eso, mi consejo es que sigamos revisando las etiquetas por nosotros mismos. Evitando aplicaciones, que muchas veces no son las adecuadas y no tienen tampoco en cuenta qué ingredientes tienen los productos, que será lo realmente interesante.